Principios geomorfológicos
agentes morfogenéticos
Los agentes morfogenéticos son los elementos del medio natural que son capaces de generar diferentes modelados sobre la superficie terrestre a través de la incorporación de energía cinética. Los agentes morfogenéticos pueden ser externos o internos. Los primeros están asociados a los elementos del clima como las precipitaciones, el viento y la temperatura, y a la acción de las aguas de escurrimiento, y del mar o lagos. En tanto, los internos están referidos a la energía endógena que mueve la corteza terrestre. Los agentes más dinámicos a escala humana corresponden a los externos y el principal de ellos es el agua en su estado líquido y sólido. El agua genera, a través de mecanismos químicos y físicos, la alteración y disgregación de las rocas, principal proceso modelador del relieve.
Los seres humanos también somos agentes morfogenéticos de gran importancia. Acciones antrópicas como la minería, la silvicultura, la agricultura, la ganadería y las obras públicas (túneles, represas, carreteras) generan en el paisaje una serie de transformaciones que son capaces de reactivar procesos naturales o bien generar nuevos procesos. En efecto, las acciones humanas son capaces de generar erosión directa por excavación, y acumulación por rellenos antrópicos. Ejemplos de lo anterior son las minas a tajo abierto, canteras, terraplenes
procesos morfodinámicos
Los procesos morfodinámicos corresponden a una serie de acciones sucesivas y/o simultaneas y sinérgicas a través de las cuales los agentes morfogenéticos, principalmente los externos, son capaces de modelar las formas de la superficie terrestre. Los procesos morfodinámicos están asociados a una secuencia conformada por la erosión de las rocas, el transporte de los materiales removidos y la sedimentación de dichos detritos. En consecuencia, los procesos morfodinámicos dependen de una serie de factores externos relacionados con la energía del agente morfogenético y la posición geomorfológica y de factores internos tales como la composición mineralógica de las rocas, su textura y grado de cohesión. La denudación, es decir, el proceso morfodinámico externo, es el modelador de la superficie terrestre y el generador de las geoformas. El proceso comienza con la meteorización o erosión in situ de las rocas a través de la intemperización o influencia de los elementos del clima tales como los cambios de temperatura y las precipitaciones. Esta meteorización prepara las rocas para ser erosionadas (ver figura 1). La erosión, en tanto, es la remoción de las partículas de las rocas a través de procesos como la abrasión hidráulica o la deflación eólica, o simplemente la erosión de la energía cinética de ambos elementos, agua y viento. La erosión es la responsable del rebajamiento del relieve transformándolo en relieve destructivo. Las partículas removidas son transportadas por el mismo agente según la competencia de la energía cinética. Dependiendo de la forma de transporte, se pueden denominar la siguiente tipología: fluviales, por aguas de escurrimiento superficial; glaciales, por hielo; marinas; cólicas, por el viento. Finalmente, la sedimentación corresponde al depósito de los materiales removidos y desplazados en las dos etapas anteriores. La sedimentación ocurre cuando la energía cinética del agente morfogenético no es capaz de seguir transportando el material por pérdida de competencia. Dependiendo del agente de transporte, la sedimentación de los materiales presenta cierta disposición característica que es fácilmente reconocida en el depósito. Estas características de sedimentación reciben el nombre de facies. Existe, de esta manera, una facies eólica de estratos entrecruzados, una facies lacustre de estratos horizontales homogéneos y finos con intercalaciones de rodados, una facies fluvial en donde los rodados se disponen en lentejones, una facies marina donde los rodados se disponen horizontalmente, una facies glacial con rodados poco redondeados en una masa ingente de material fino dispuesto caóticamente, similar a la facies de depósitos coluviales, etc.
principios geomorfológicos espaciales y temporales
Los procesos morfodinámicos presentan diferencias en su actividad dependiendo de la eficacia del agente morfológico. De esta manera, la intensidad del proceso morfodinámico depende de la cantidad de energía cinética necesaria para generar tales procesos o, dicho de otra forma, la intensidad de los procesos morfidinámicos dependen de la cantidad de energía potencial liberada en un evento morfodinámico. Un concepto que se confunde con el anterior es la magnitud de los procesos morfodinámicos. La magnitud corresponde al área en que se manifiesta un proceso morfodinámico. Esto va a depender tanto de la intensidad del proceso como de caracteres espaciales tales como la posición geomorfológica y la escala, es decir, la relación de orden entre las dimensiones de las geoformas. De esta manera, la magnitud estará limitada por umbrales de funcionamiento, es decir, el límite de la influencia de un determinado proceso morfodinámico. Existen límites de la influencia de los procesos morfodinámicos que no son de caracteres espaciales sino temporales. Un ejemplo de ello es el umbral de funcionamiento de la erosión de los ríos durante las crecidas, hasta el estiaje. El período de espera entre dos procesos consecutivos similares (dos crecidas, por ejemplo), se denomina histéresis. En cambio, el período de espera en que se producen los procesos tras haber actuado el agente morfogenético se denomina resilencia. Por ejemplo, después de lluvias intensas, la avenida de los ríos suele tardar, dependiendo de la superficie de la cuenca, entre 15 y 90 minutos. En general, todos los procesos morfodinámicos están relacionados con la influencia que el clima ejerce en los agentes morfogenéticos. De esta manera existen procesos y geoformas zonales, azonales y extrazonales.
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